Por: Andrés Huayta
Mientras Arequipa se jacta de su crecimiento urbano y modernidad, miles de familias en distritos como Paucarpata, Cerro Colorado, Yura y Socabaya siguen luchando por acceder a un derecho básico: el agua potable. La gestión deficiente, la falta de infraestructura adecuada y la burocracia han convertido este recurso esencial en un lujo para muchos.
Según informes de Sedapar, la empresa encargada del servicio de agua potable y alcantarillado en Arequipa, se han registrado múltiples cortes programados en diversos distritos, incluyendo Paucarpata, Cerro Colorado y Yura, debido a trabajos de mantenimiento y desinfección de reservorios. Por ejemplo, el 6 de mayo de 2025, se anunció una suspensión del servicio en 13 distritos, afectando a sectores como Alto Selva Alegre, Cayma, Cercado de Arequipa, Cerro Colorado, Hunter, José Luis Bustamante y Rivero, Mariano Melgar, Paucarpata, Miraflores, Sachaca, Socabaya, Tiabaya y Yanahuara.
Sin embargo, estos cortes no son eventos aislados. En febrero de 2025, el Diario El Pueblo reportó que, tras más de 24 horas de interrupción, Sedapar restableció el servicio de agua potable en Arequipa. Aunque la reactivación de las Plantas de Tratamiento de Agua Potable (PTAP) permitió la distribución del recurso a cerca de 100 mil usuarios afectados, los distritos más alejados experimentaron demoras en el acceso al agua. Durante el desabastecimiento, Sedapar movilizó 25 camiones cisterna para abastecer a diversos sectores.
Lo más alarmante es que, a pesar de estos esfuerzos, muchas zonas periféricas como Paucarpata y Cerro Colorado siguen sin acceso continuo al agua potable. En estos lugares, los habitantes dependen de cisternas que llegan de forma esporádica, lo que genera incertidumbre y estrés en la población.
Esta situación refleja una gestión ineficiente y una falta de planificación adecuada para satisfacer las necesidades básicas de todos los ciudadanos. Mientras que en el centro de la ciudad el servicio es más regular, las zonas periféricas siguen siendo las más afectadas, evidenciando una clara desigualdad en el acceso al agua potable.
Es imperativo que las autoridades competentes tomen medidas urgentes para garantizar que el acceso al agua potable sea un derecho para todos los arequipeños, sin importar su ubicación geográfica. La falta de acción no solo perpetúa la desigualdad, sino que también pone en riesgo la salud y el bienestar de miles de personas.