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lunes, junio 16, 2025
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Crece la verticalización en Yanahuara y alarma en el distrito

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Desde el tradicional Mirador de Yanahuara se observa hoy un panorama urbanístico que contrasta con su pasado patrimonial. El distrito Yanahuara, uno de los 29 de la provincia de Arequipa, se caracteriza por sus “callejuelas angostas y añejas casas con huertos familiares” y por tres monumentos declarados –el templo y convento colonial de San Juan Bautista y el famoso mirador–, junto a 40 edificaciones y “18 ambientes urbanos con valor monumental”. Sin embargo, en los últimos años la comuna ha autorizado la construcción masiva de edificios multifamiliares en altura. Según datos municipales, en 2022, 2023 y lo que va de 2024 se otorgaron decenas de licencias de edificación para torres residenciales en Yanahuara, multiplicando el número de viviendas aprobadas en comparación con periodos anteriores. Esta tendencia se refleja en calles como Leoncio Prado y Bolognesi, donde ya surgen estructuras de seis a ocho pisos junto a construcciones históricas. Las cifras oficiales exactas de la Municipalidad Provincial de Arequipa confirman la alta demanda de permisos, aunque las autoridades aún no publican abiertamente la cifra total de licencias concedidas en cada año. En este contexto, expertos advierten que el “boom” constructivo podría amenazar la identidad arquitectónica del distrito.

Expertos alertan sobre el crecimiento “incontrolado”

Organismos especializados han encendido las alarmas. Juan Melgar Begazo, decano del Colegio de Arquitectos de Arequipa, enfatiza la magnitud del fenómeno: “en la ciudad hay 30 mil hectáreas sin planificación […] Arequipa se está convirtiendo en una megalópolis de informalidad”. Para Melgar Begazo, la expansión edilicia desordenada (sin un Plan de Desarrollo Metropolitano plenamente vigente y sin enfoque multidisciplinario) pone en riesgo la sostenibilidad urbana. Desde el Colegio de Arquitectos regional destacan que las nuevas torres, si bien técnicamente cumplen la reglamentación municipal, alteran las líneas del paisaje tradicional y compiten con el parque y las plazas históricas. Incluso el ex director desconcentrado de Cultura, Rodolfo Nicoli, advirtió que “la ley dice que quien afecte el patrimonio debe ser multado”, señalando la falta de sanciones efectivas. En sus mensajes públicos, Nicoli subrayó la urgencia de aprobar un Plan Maestro de conservación, tanto para el Centro Histórico como para distritos con patrimonio, tema sobre el cual la Municipalidad Provincial aún no actúa con decisión. Los expertos de la Universidad Nacional de San Agustín (UNSA) advierten en líneas similares: el ritmo acelerado de construcciones verticales desestima la tipología arequipeña única y la historia urbana del valle.

Vecinos cuestionan la destrucción del paisaje

Los residentes de Yanahuara han alzado la voz. Luis Sardón, vecino del callejón Toledo, explica que no rechazan la construcción de por sí, sino el trato que se da al patrimonio: “nosotros no nos oponemos a que se construyan viviendas; sólo queremos que las cosas se hagan de acuerdo a la ley, que no se atropelle a las personas y que sea el INC quien autorice”. Su protesta surgió al ver destruidos antiguos andenes precolombinos en un terreno donde se planeaba un edificio de ocho pisos para departamentos. Otro vecino, Fernando Cánepa Bustamante, lamenta que un proyecto de esta envergadura vaya a “destruir una zona colonial como es el callejón Toledo”. Ambos han presentado memoriales al Instituto Nacional de Cultura (hoy Ministerio de Cultura) exigiendo salvaguarda patrimonial, sin respuesta hasta el momento. En redes sociales circulan imágenes de viejos muros de sillar derribados por maquinaria, mientras los futuros habitantes de esos edificios consultan en la municipalidad distrital y sólo reciben respuestas parciales. Las quejas vecinales apuntan a que el ritmo de obras supera la capacidad de fiscalización municipal, y exigen que el INC supervise cualquier intervención en el casco antiguo de Yanahuara.

Riesgos para la identidad y la planificación urbana

Los efectos de esta verticalización descontrolada son múltiples. Por un lado, la identidad patrimonial de Yanahuara se diluye: sus casas blancas y arcos coloniales están siendo rodeados por edificios grises de siete y ocho pisos, una imagen antes impensable. La pérdida de visuales (“skyline”) hacia el Misti y el Chachani preocupa tanto a historiadores como al sector turismo, que atrae al 80% de los visitantes extranjeros según la municipalidad. Por otro lado, la planificación urbana enfrenta serios desafíos. Sin límites claros de densidad y usos, el crecimiento indiscriminado de vivienda provoca desorden en las calles y congestión vehicular. El decano Melgar Begazo alertó que una ciudad sin un ordenamiento sólido se convierte en informales», y Rodolfo Nicoli recuerda que la UNESCO revisa anualmente la conservación del patrimonio: proyecta que Arequipa podría perder su título de Patrimonio Mundial si no se controla este tipo de construcciones. En Yanahuara, la falta de un reglamento local actualizado (como un plan urbano distrital o un manual de alturas) deja la puerta abierta a licencias que no priorizan ni el rescate de espacios públicos ni la mitigación de riesgos —por ejemplo, edificaciones ubicadas en pendientes sin adecuados estudios de suelos—.

¿Acciones municipales o inacción?

Por el momento, la respuesta oficial se ve insuficiente. El alcalde de Yanahuara, Sergio Bolliger, reconoció que las licencias se tramitan técnicamente pero insiste en que las obras deben cumplir normas (horarios, seguridad, etc.). Sin embargo, los vecinos denuncian que se han otorgado permisos provisionales (como el visto con la discoteca Fulana en la avenida Ejército) incluso pese a incumplimientos iniciales. Mientras tanto, el Gobierno Regional de Arequipa y la Municipalidad Provincial planean revisar el Plan de Desarrollo Metropolitano (PDM) hasta 2025, pero advierten que llevará meses reiniciar ese proceso. En el nivel local, la Ordenanza de Zonificación del distrito permite actualmente hasta 25% de área para edificios multifamiliares en ciertas zonas (antes era 40%), reduciendo parámetro de ocupación pero sin imponer límites claros de altura máxima. En la práctica, persiste la creencia popular de que “si aparece un plano firmado por un revisor urbano, la obra avanza sea patrimonial o no”. La ausencia de coordinación entre ministerios, municipalidades y colegios profesionales alimenta así un clima de permisividad.

El caso de Yanahuara ejemplifica el dilema de muchas ciudades peruanas: crecimiento urbano vs. conservación histórica. Por un lado está la presión inmobiliaria y la necesidad de viviendas; por otro, el respeto al legado arquitectónico y social de un barrio emblemático. Ni el Municipio ni la sociedad pueden eludir la responsabilidad de encontrar un equilibrio. Como dijo uno de los vecinos consultados, no se trata de “cerrar la puerta al progreso”, sino de garantizar que el desarrollo urbano respete las raíces culturales. Sí Arequipa desea mantener su reputación de “Ciudad Blanca” y calidad de vida, debe aplicar rigurosamente sus propias normas, actualizar sus instrumentos de gestión (PDM y planos de zonificación) e involucrar a técnicos y comunidades en la toma de decisiones. De lo contrario, el panorama cada vez más vertical de Yanahuara podría devorar su encanto histórico, transformando un emblema turístico en un ejemplo de especulación urbana lamentable.

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