Por: Andrés Huayta
Conversamos con Álvaro Carrasco, guía oficial de turismo en Arequipa, sobre los desafíos del sector, la recuperación tras la pandemia, la importancia de la preparación profesional y los problemas estructurales que aún enfrenta el rubro.
Álvaro, tras la pandemia, el turismo fue una de las actividades más golpeadas. ¿Cómo vivieron ustedes esa etapa como guías?
Fue un golpe total. Durante un buen tiempo no existió el turismo, porque nadie sabía cómo afrontar la pandemia. Estuvimos totalmente paralizados. Aun cuando se levantaron algunas restricciones, muchas instituciones seguían temerosas, a pesar de que ya teníamos protocolos claros. La recuperación fue lenta. Nos adaptamos rápido, como debe ser un guía, pero el público demoró en confiar nuevamente.
¿Qué medidas aplicaron en ese proceso de reactivación?
Desde el inicio fuimos rigurosos. Salíamos con mascarillas, guantes, alcohol y cumplíamos el aforo limitado en lugares turísticos. La seguridad es parte de nuestra labor. Como guías oficiales estamos preparados para adaptar nuestros protocolos constantemente. Nuestra capacitación no es empírica, es formal y continua.
En cuanto al turismo receptivo, ¿qué tipo de visitantes recibe Arequipa con más frecuencia hoy?
Principalmente nacionales. Después de la pandemia hubo una fuerte presencia de turistas de Lima, Ayacucho, Cusco. En cuanto a extranjeros, hay visitas de franceses, alemanes, norteamericanos, aunque muchas veces solo se quedan un día. En cambio, los turistas de habla hispana, como los chilenos, suelen quedarse más tiempo y se sienten más cómodos en Arequipa.
¿La cantidad de visitantes extranjeros ha regresado a los niveles prepandemia?
Todavía no del todo, pero se está recuperando. Hasta el año pasado hubo momentos críticos, pero ahora se ve más movimiento. Mucha gente está saliendo porque, luego del encierro, se cansaron de lo virtual. El turismo es una experiencia real que no puede reemplazarse por una pantalla.
¿Qué desafíos implicó para los guías adaptarse a la nueva normalidad turística?
Realmente fue cuestión de sumar protocolos a lo que ya veníamos haciendo. Un guía oficial no solo interpreta el lugar: también organiza, asiste, cuida al visitante y se coordina con los prestadores de servicios. La preparación es integral y va desde idiomas hasta primeros auxilios. Estamos capacitados para responder ante accidentes, robos o emergencias médicas, porque somos los responsables del bienestar de nuestros grupos.
En el centro histórico es común ver a personas jalando turistas. ¿Todos ellos son guías oficiales?
No. Solo es guía oficial quien cuenta con el carnet otorgado por el Gobierno Regional. Para ejercer legalmente se requiere cumplir requisitos académicos y técnicos. La diferencia es clara: un guía oficial está preparado y da garantías. Alguien que solo conoce las rutas no tiene la responsabilidad ni la preparación para actuar en caso de una emergencia, por ejemplo. No se trata solo de saber, sino de estar certificado y asumir la seguridad del visitante.
Hace poco hubo un accidente con una turista nacional en el Colca. ¿Qué reflexión le deja este hecho en cuanto a la seguridad en los destinos?
Sí, fue un caso lamentable. La turista sufrió una convulsión y cayó por un precipicio. No fue culpa de nadie, sino una condición médica que se presentó. Pero el tema de la señalización y las barandas se puede revisar. Como guías, hacemos constantes sugerencias a las autoridades, ya sea mediante nuestras asociaciones o de forma individual. Sin embargo, muchas veces depende de las gestiones de turno si se escuchan o no esas recomendaciones.
¿Cree que las autoridades deben prestar más atención a las observaciones técnicas de los guías?
Definitivamente. Somos quienes estamos en campo todos los días, conocemos los riesgos, las rutas, y somos los primeros en reaccionar ante cualquier problema. Lo ideal sería que nuestras sugerencias se tomen en cuenta para mejorar la experiencia y seguridad del visitante. El turismo requiere planificación, no solo promoción.
