Por: Andrés Huayta
En los últimos años Arequipa enfrenta restricciones graves en su suministro urbano de agua potable. Las autoridades locales han advertido que la falta de lluvias en las cabeceras cordilleranas podría provocar un déficit hídrico ya en 2023–2024. Como señaló Cayo Marroquín, gerente de Operaciones de SEDAPAR, “se prevé que para los meses de enero y febrero haya un déficit hídrico. La racionalización se dará de acuerdo al impacto y a la cantidad de agua en las represas”. Organismos técnicos como SENAMHI Arequipa y la Autoridad Nacional del Agua (ANA) coinciden en esa previsión: ambas instituciones han diagnosticado una “disminución importante de lluvias en las zonas altas” que se manifestaría desde septiembre de 2023. Para enfrentar esta escasez, SEDAPAR ya prepara protocolos de emergencia: en el peor escenario se contempla la racionamiento por horas del servicio y el abastecimiento con cisternas, si el caudal captado baja del 50% de lo habitual.
Datos clave de la crisis hídrica en Arequipa:
- Población de la provincia Arequipa: ~991 218 habitantes (75.3% del departamento).
- Consumo poblacional actual: ≈2.5 m³/s (76 millones m³/año).
- Demanda proyectada (2050): ≈5.0 m³/s (152 millones m³/año).
- Disponibilidad de agua actual: ≈700 millones m³/año (sistema Chili regulado + fuentes varias), suficiente sólo hasta 2035.
- Volumen útil de represas (abril 2025): 423.97 hm³ (4.9% sobre la capacidad máxima total de 404.1 hm³).
- Cobertura de agua potable: alrededor del 90% de hogares (INEI reportó 93.2% con red pública en 2016).
- Cortes de servicio (1er semestre 2024): 436 interrupciones de agua, acumulando 3500 horas sin suministro y afectando a ~900 000 personas.
La represa Aguada Blanca, principal reservorio de Arequipa. En abril de 2025 operaba ligeramente por encima de su capacidad útil (23.04/22.128 hm³), pero la ciudad aún enfrenta restricciones localizadas.
Reservorios y provisión de agua
Según informes oficiales, todas las represas principales de las cuencas Colca-Siguas y Chili–Regulado están en niveles óptimos. Al 7 de abril de 2025, las siete obras de regulación del sistema Chili (que abastece Arequipa) superaban su volumen máximo útil: por ejemplo, la represa El Pañe contenía 102.52 hm³ (sobre 99.6 hm³ de capacidad) y Aguada Blanca 23.04 hm³ (sobre 22.128 hm³). En total almacenan 423.97 hm³, casi 5% más de lo que podían guardar. “Este nivel de almacenamiento garantiza el abastecimiento hídrico” para consumo poblacional, industrial, minero, agrario y otras actividades, explicó Duberly Otazú García, gerente del Proyecto Especial Majes-Siguas (PEIMS–Autodema).
En teoría, las reservas actuales de la cuenca suroriental serían suficientes para mantener el servicio urbano normal hasta 2035. Sin embargo, la mera existencia de agua en altura no resuelve la crisis local. Las interrupciones actuales se deben sobre todo a fallas operativas e infraestructura insuficiente, no a escasez absoluta de líquido. De hecho, los ríos y las represas registraron aportes más o menos normales en la última temporada de lluvias, según SENAMHI. Pero los filtros de captación frecuentemente se obstruyen o los canales se rompen, provocando turbidez y quiebre de plantas de tratamiento.
Cobertura y demanda poblacional
De las ~991 000 personas (urbana y rural) en la provincia de Arequipa, SEDAPAR atiende a la mayoría con agua potable. Los censos señalan que más del 90% de los hogares cuentan con red pública de agua. En la práctica, no todos reciben un servicio continuo: la cobertura bruta (~90%) convive con severos episodios de corte y presión baja.
El consumo promedio familiar ha crecido: actualmente cada hogar usa unos 15–20 m³ al mes. A nivel metropolitano, SEDAPAR trata alrededor de 2 500 litros por segundo (≈2.5 m³/s) en sus plantas La Tomilla y M. de la Cuba I. Ese caudal satisface la demanda actual (~76 millones m³ anuales). Sin embargo, el crecimiento demográfico proyecta duplicar esa demanda hacia 2050 (≈5.0 m³/s o 152 millones m³/año). Este escenario obliga a planificar nuevas fuentes. El Consejo de Recursos Hídricos Quilca–Chili señala que la única garantía de largo plazo es el proyecto de represa Sumbay, que aportaría ~80 millones m³ adicionales. Según Johnny Castro (téc. del consejo), Sumbay tendría la capacidad necesaria para cubrir el doble de la demanda poblacional futura sumada a las represas existentes.
Cortes, racionamiento y medidas de emergencia
El mayor síntoma de la crisis urbana han sido los cortes masivos de agua. En el primer semestre de 2024 la Superintendencia Nacional de Servicios de Saneamiento (Sunass) registró 436 interrupciones en la distribución arequipeña. Estos cortes, concentrados en la ciudad de Arequipa, Islay, Camaná y Caylloma, sumaron unas 3500 horas sin servicio. Alrededor de 900 000 personas resultaron afectadas por roturas de tuberías y otros imprevistos, cifra que equivale a más del 75% de la población provincial. Según Saúl Alire Benavides, jefe desconcentrado de la Sunass-Arequipa, el 83% de estos cortes fueron imprevistos (roturas de tubería o variaciones de presión).
Ante la emergencia, SEDAPAR y la comuna han improvisado un servicio alternativo. El alcalde Víctor Hugo Rivera (también presidente del directorio de SEDAPAR) declaró que unas 300 000 personas quedaron sin acceso al agua potable durante los últimos cortes. Para mitigarlo, SEDAPAR destinó 55 camiones cisterna desde el reservorio de La Bedoya y estableció puntos fijos de abastecimiento. Además, su gerente general Carlos Monge Vera promovió la compra domiciliaria de tanques elevados de almacenamiento, recomendando a las familias prepararse para interrupciones impredecibles.
En agosto de 2023 la empresa asumió públicamente el peor escenario: si las plantas de tratamiento reciben menos de la mitad del agua cruda, se aplicarán restricciones por turnos horarios e incremento de cisternas. Sin embargo, la efectividad de estas medidas ha sido insuficiente. Alire Benavides confirmó que la Sunass ha abierto dos procesos correctivos contra SEDAPAR (por fallas en Mollendo en nov. 2023 y en Arequipa en feb. 2024), instándole a subsidiar el servicio alternativo y a mejorar su gestión. En sus palabras: “Hemos iniciado acciones de supervisión y dos medidas correctivas contra Sedapar, que deberá implementar acciones de subsanación”.
Retos y perspectivas a largo plazo
Aunque las represas hoy están llenas, el equilibrio hídrico urbano de Arequipa sigue en alerta. Los expertos advierten que el desafío no es sólo cuánta agua hay, sino cómo se gestiona la oferta y la demanda. Por un lado, persisten riesgos de sequía meteorológica: SENAMHI clasifica parte de la región en condición seca, lo que podría reducir los caudales futuros en los Andes. Por otro lado, la infraestructura envejecida (canales colapsados, tuberías rotas, plantas de tratamiento vulnerables) crea puntos críticos de falla.
El uso poblacional del agua crece con la expansión urbana y el turismo. Si bien el Consejo Quilca-Chili calcula que las fuentes actuales (represas reguladas, aguas subterráneas y saneamiento reutilizado) pueden cubrir la demanda hasta 2035, para luego será insuficiente. El proyecto de Sumbay —con capacidad superior a 80 millones m³— aparece como la alternativa de fondo. Sin esa nueva fuente, Arequipa dependerá cada vez más de medidas de emergencia ante fenómenos extremos (como El Niño) o simples fallas operativas.
Además, la gestión gubernamental enfrenta críticas. La Contraloría General detectó que, pese a contar con S/72 millones asignados a prevención de desastres en Arequipa, sólo se ejecutó ~S/0.73 millones (1% del total) a fines de 2023. Este bajo gasto pone en entredicho la capacidad de la región para financiar obras hidráulicas y reforzamiento de redes a tiempo. En palabras del consejero César Huamantuma (CGR Arequipa): “de no encontrar justificación, se tomarán medidas para determinar responsabilidades”.
La “crisis hídrica” en Arequipa tiene hoy rostro urbano: no proviene tanto de la aridez regional (las represas están llenas) como de la ineficiencia y falta de previsión. Los datos oficiales muestran abundancia en altura pero escasez en el grifo. Cada corte de agua revela una red vulnerable y una gestión reactiva. Para el ciudadano promedio —que ya paga el servicio— las cifras oficiales no llegan al vaso.
Especialistas coinciden en que sin una reforma estructural (represa Sumbay, refuerzo de plantas y tuberías, inversión sostenida) la ciudad seguirá transitando de emergencia en emergencia. Como advierte el técnico Johnny Castro, duplicar la demanda sin ampliar las fuentes es “un problema que se puede agudizar en 25 años”. En síntesis, Arequipa cuenta hoy con suficiente recurso hídrico “sobre el papel”, pero enfrenta una crisis operativa: mientras no cambien el manejo del agua ni se creen fuentes nuevas, los arequipeños seguirán pagando con cortes y sufrimiento el beneficio aparente de embalses llenos.