Por: Andrés Huayta
Exmilitar, ciclista y administradora, Jessica Ticona Yucre relata cómo el servicio militar en la Fuerza Aérea marcó su vida y cómo encontró en la bicicleta una nueva forma de libertad y poder personal.
¿Por qué decidiste ingresar al servicio militar?
“No fue por necesidad ni por presión familiar. Yo decidí ingresar por voluntad propia”, cuenta con firmeza Jessica Ticona Yucre. Recién egresada del colegio Micaela Bastidas de Arequipa, y con el anhelo de formar parte de la Policía Nacional, vio en el servicio militar una oportunidad para sumar puntos en un futuro proceso de admisión.
La Fuerza Aérea del Perú (FAP) fue su elección, en parte por los tiempos de convocatoria y también por algo más simbólico: el uniforme. “Me parecía más bonito, me llamaba la atención”, confiesa con una sonrisa. Aunque también evaluó ingresar a la Marina, no coincidían los tiempos del examen y finalmente se inclinó por la FAP.
¿Cómo fue tu experiencia durante la instrucción militar?
Los primeros meses fueron duros, física y mentalmente. “La instrucción era exigente. Me levantaba a las tres de la mañana para estar a las seis en la base de Zamácola. Al inicio sentía que no podía más, pero tenía demasiada voluntad”, recuerda. Las madrugadas gélidas, las largas caminatas y los entrenamientos con peso formaban parte de su rutina diaria. Jessica viajaba desde Paucarpata a diario, a diferencia de los varones, quienes sí permanecían acuartelados.
Pese a la dureza del proceso, resistió. Aprendió a disparar armas como el FAL y las metralletas, participó en ejercicios militares, marchas y pruebas de valor. “No cualquiera vive eso. Y una vez que lo vives, ya no te explican más: te marca”, dice con convicción.
¿Qué aprendizajes te dejó el servicio militar?
Disciplina, resiliencia y fortaleza. Jessica asegura que esa etapa de su vida no solo le dio herramientas físicas, sino una mentalidad que todavía la acompaña. “Muchos no terminan. Algunos chicos se iban porque no soportaban la presión. Pero si tú te lo propones, lo logras”, señala. También enfrentó desigualdades: mientras los varones eran alimentados dentro del cuartel, las mujeres debían ir por su cuenta y muchas veces sin viáticos. Aun así, siguió adelante.
¿Qué pasó luego de salir de la Fuerza Aérea?
Aunque su sueño inicial era ingresar a la PNP, el destino tomó otro rumbo. “Me inscribí a una academia pre-policial, pero ese año suspendieron el ingreso de mujeres. Sentí que me cerraban una puerta”, narra. Más adelante, decidió estudiar Administración y trabajar, pero fue durante la pandemia que una nueva pasión llegó a su vida: el ciclismo.
¿Cómo nace tu vínculo con la bicicleta?
Durante la pandemia del COVID-19, los buses escaseaban y los taxis eran costosos. “Ahí empezó todo. Comencé a ir en bicicleta al trabajo”, relata. Lo que empezó como una necesidad pronto se volvió parte de su identidad. “La bici me empoderó. Al inicio me daba miedo, sobre todo de noche, pero ahora no le temo a nada. No tomo taxi desde hace años”, afirma con orgullo.
¿Hasta dónde te ha llevado el ciclismo?
Hoy, Jessica entrena regularmente y ha participado en rutas de más de 200 kilómetros, como Arequipa–Moquegua o Arequipa–Ilo. Sale a rodar sola o con grupos, siempre con el mismo temple que adquirió en la Fuerza Aérea. “Si me siento débil, recuerdo todo lo que superé. Y sigo pedaleando”.
El ciclismo no solo es deporte: para ella es independencia, salud mental, sostenibilidad y comunidad. También es una forma de desafiar los estereotipos y apropiarse del espacio público.
¿Cómo conectas tu vida militar con tu vida de ciclista?
“La disciplina de la FAP y la constancia del ciclismo se parecen. Ambas te enseñan a no rendirte, a confiar en tu cuerpo y en tu mente”, reflexiona. Jessica cree firmemente que su historia puede inspirar a otras mujeres a tomar decisiones valientes, romper barreras y conquistar caminos, ya sea en uniforme militar o sobre dos ruedas.Jessica Ticona Yucre representa a una generación de mujeres que se atreven a recorrer rutas poco transitadas, que no se detienen ante los obstáculos y que, en cada giro del pedal, reafirman su libertad. Su historia no solo habla de resistencia, sino también de elección y transformación.