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La falsa independencia del Perú

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Milciadez Ruiz, un especialista en desarrollo rural, escribió su artículo titulado “Falacias de la independencia”, donde detalla sus argumentos que aclaran muchas dudas sobre la denominada independencia del Perú, en el 1821.

Señala que la independencia del virreinato del Perú, se la debemos a  hijo de un virrey del Perú, y también a los chilenos, pues según sus investigaciones, en realidad fue Bernardo O’Higgins, hijo del irlandés Ambrosio O’Higgins, virrey del Perú en 1796, que armó la denominada “expedición libertadora”, luego de independizar Chile.

Detalla que Bernardo O’Higgins conoció en Gran Bretaña a Francisco Miranda, que lo incorporó a la logia “Lautaro”, donde empezó su afán revolucionario independizando a Chile. Es así que armó la corriente libertadora con el apoyo de San Martín y Juan Martín de Pueyrredon, director supremo de las provincias unidas de Río de la Plata, “Los tres eran miembros de la misma logia masónica subversiva y postulaban el mismo esquema político, (hoy serían tildados de terroristas”, comenta.

En realidad, la denominada emancipación del Perú, sostiene Ruiz, era una emancipación solo a los españoles criollos que estaban siendo sojuzgados por los españoles peninsulares, los primeros se autodenominaron “patriotas”. “no era asunto de los peruanos ancestrales, ni de afroperuanos esclavizados por esos llamados “patriotas”. Muchos nativos creyeron que los libertadores les iban a emancipar devolviéndoles su patria arrebatada”, argumenta.

A estos argumentos agrega que en la primera constitución republicana se estableció que, para ser ciudadano peruano era requisito saber leer y escribir español, lo que estaba prohibido para los originarios, “Incluso 30 años después de la proclamación de la independencia hacia 1851, los nativos dueños originarios del territorio peruano, estaban obligados a transitar con pasaportes expedidos por los prefectos”, refuerza su explicación.

Aquí parte de sus argumentos

1. La independencia del virreinato del Perú, fue gestada en el extranjero y ejecutada por extranjeros mercenarizados o contratados. No lo hicieron por amor al Perú, sino por razones militares de asegurar la sobrevivencia de las provincias virreinales liberadas, anulando la única entrada estratégica que le quedaba a España (en guerra con Francia) para recuperar sus colonias.

2. En ningún momento, los supuestos “libertadores” pensaron en liberar a los nativos, devolverles su patria arrebatada y que los dominadores colonialistas se vayan dejando libre al Tahuantinsuyo. San Martín, quería a toda costa, implantar una monarquía en Perú, bajo un rey de sangre extranjera. Inusitadamente, fue el representante del virrey el que amenazó con un rey nativo. El historiador Jorge Basadre, en su obra, “Sultanismo, corrupción y dependencia en el Perú republicano” Capítulo: “La fórmula de una monarquía indígena”, presenta como prueba documental el texto del Conde de Torata, sobre las conferencias de paz entre San Martín y el virrey La Serna en junio de 1821:

(…) “Al día siguiente recibió Valdez (representante del virrey La Serna) la orden de pasar a bordo del buque que montaba San Martín, en unión con Don Andrés García Camba, a manifestar a aquel caudillo que ni la diputación provincial, ni el ayuntamiento, ni el ejército, admitían su proposición (La de la monarquía bajo rey europeo); lo que le causó no poca sorpresa, viendo en un todo frustrados sus maquiavélicos designios. Continuaron, sin embargo, las negociaciones, aunque sin esperanzas de ningún resultado favorable, y el virrey creyó conveniente asociar a la Junta Pacificadora al digno conde de Villa-Hermosa, magistrado de la audiencia de Lima, y al coronel Valdez, con cuyo motivo pudo San Martín conocer más de cerca la firmeza de este jefe, puesto que en las diferentes entrevistas que tuvieron más de una vez ocurrieron entre los dos, discusiones acaloradas. En una de estas, manifestando el caudillo enemigo que los españoles no tenían otro medio para salvarse que abrazar la capitulación o tirarse un tiro, le contestó el coronel Valdez que se hallaba muy lejos de creerse en el caso desesperado que suponía; pero que si tal llegase a suceder, es decir que no pudiesen continuar por más tiempo sosteniendo la causa española en aquellos dominios, estaban resueltos a proclamar el imperio de los Incas y ayudar a los indios a sostenerlo, antes de consentir que lo ocupasen unos súbditos rebeldes que no tenían más derechos que los que habían adquirido de sus antepasados los españoles; dijo más Valdez que, con este pensamiento tenía a su lado, en clase de ayudante de campo, al descendiente más inmediato de los incas, a quien proclamaría emperador, dando principio con esto a una nueva guerra y a un nuevo orden de cosas, cuyos resultados no es fácil prever”.

El propio San Martín, al enviar una expedición al sur al mando del rico y aristocrático coronel Domingo Tristán, a quien acababa de ascender a General; y como su segundo al coronel Agustín Gamarra, quien se había pasado a filas libertarias tras ser por años un sanguinario represor de revolucionarios anticoloniales, escribió la siguiente carta.

“Señor general de Brigada, D Domingo Tristán. Lima. Enero 18 de 1822.

Instrucción que deberá observar el jefe del Estado Mayor de la División expedicionaria del Sur

1°. (…)

2°. (…) La atención con los blancos, y la conmiseración con los indígenas, son indispensables para lograr la cooperación de los primeros, y lisonjear ventajosamente a los segundos, en la presente campaña. Conviene dar a estos un impulso general y simultáneo si fuese posible, pero no abrirles margen para la voluntariedad absoluta en la parte hostil, pues ella será muy perjudicial. En el estado actual de su incivilización, debe conducirse a esta casta a la ilustración y felicidad sin permitirle una acción principal e independiente en el plan de la guerra. La sujeción de los Comandantes de sus partidas (guerrillas) y la consideración a sus derechos y quejas, son los dos ejes sobre que debe rodar por ahora la obra de su regeneración. Por lo mismo se hace demasiado interesante la observancia de esta política para el buen suceso del orden militar. Yo espero que US. desempeñará mis intenciones en toda la extensión de sus alcances; pues a US. es a quien está confiada la suerte de la patria en una sección considerable de poder y recursos. -Dios guarde a US. muchos años. José de San Martín.”

3. No cabe duda que la guerra por la independencia del virreinato fue entre oficiales realistas y ex realistas. Ambos fueron formados militarmente por España y la defendieron contra la invasión francesa. Se conocían personalmente en algunos casos. San Martín y Bolívar premiaban a los realistas que se pasaban a sus filas ascendiéndoles de grado para continuar la carrera militar con cargos y sueldos mejorados. No fue pues, una guerra entre oprimidos contra opresores colonialistas. Finalmente, la independencia definitiva tras la victoria de Ayacucho, fue conseguida por realistas conversos que derrotaron a realistas leales. Pero no fueron ellos los que derramaron su sangre por la independencia, sino mayormente los nativos y esclavos reclutados a la fuerza en ambos bandos como soldados “carne de cañón”. As mismo, nativos de las guerrillas y montoneras que voluntariamente participaron en apoyo a los “libertadores”.

En Cerro de Pasco, el 7 de diciembre de 1821 las tropas realistas fueron sorprendidas en la oscuridad de la noche, por un inesperado ataque de una muchedumbre indígena que, lanzando gritos las aterrorizaron y las dispersaron. Pero aclarado el día, se reagruparon, y contra atacando a esa multitud desarmada, dieron muerte a más de 700 nativos. Esto nos da idea del sector que más derramó su sangre creyendo que llegaría su libertad. No es único caso pues pueblos enteros como Cangallo fueron incendiados, eliminando habitantes.

4. El historiador Jorge Basadre, nos dice que no tenemos un héroe nacional de esa época. Pero esto, también es cuestionable si dejamos de pensar solo en los peruanos advenedizos y no, en los peruanos ancestrales. Los héroes peruanos nativos se cuentan por miles solo que se omiten siguiendo a San Martín, de “no permitirles una acción principal”.

Hubo cientos de guerrillas y ataques nativos en montoneras masivas en las quebradas estrechas andinas, al ejército realista con solo hondas, palos y enormes piedras desbarrancadas (galgas). Un ejemplo característico entre muchos, es el encuentro en la “Cuesta del Viento”, en Caravelí cuando 20 guerrilleros evitaron el paso de casi un millar de soldados realistas. Por ello, el propio San Martín dispuso la condecoración con medallas de oro y plata para los líderes heroicos de las guerrillas y montoneras que, eran el terror de las tropas realistas. (claro que lo hacía solo para “lisonjear ventajosamente a los indígenas”, sin permitirles protagonismo principal)

Este bloqueo al protagonismo nativo aún persiste hasta la actualidad. El Perú está orgulloso de su pasado prehispánico, pero no por ello permite que los peruanos ancestrales ocupen altos cargos estatales ni en la oficialidad de la fuerza naval, aérea y ejército. Como soldados sí, pero hasta allí nomás. Como votantes electorales sí, pero no como parlamentarios, ni embajadores, jueces supremos, ministros, etc. Se les trata como “ignorantes”, pero fueron sus sabios ancestros los que construyeron Machu Picchu, maravilla mundial y los que desarrollaron 4,400 especies de plantas de propiedades utilizadas por la humanidad: 787 plantas comestibles, 1,408 especies medicinales, como ningún país en el mundo. ¿Cuánto es lo que ha desarrollado la república de los “mistis”? Solo el bloqueo al desarrollo nativo para que no superen a los “criollos” de la actualidad.

Este bloqueo al desarrollo indígena hasta hoy, no es solo educativo, sino total: bloqueo económico, político, social, sanitario, laboral, tecnológico, etc.

Pero volviendo a la temática, muchos de esos guerrilleros y montoneros murieron creyendo en la independencia del Perú, como es el caso del Comandante Velasco, fusilado por Carratalá, el Capitán Faustino Aliaga, igualmente pasado por las armas, el «Cholo Fuerte», ajusticiado en Moya y el Capitán Orrantia, decapitado en Tarma. También se registra la acción guerrillera de Marcelino Carreño en la que actuaban hasta 720 negros, teniendo en Abancay, a 26 jefes guerrilleros bajo su mando. Murió combatiendo en la víspera de la batalla de Ayacucho. Son muchos los casos de fusilamiento, prisioneros ensartados del cuello con dogales de fierro; los degüellos, ejecuciones masivas, incluyendo mujeres y niños.

En 1822, los nativos de Jauja reunieron su consejo de guerra y se ofrecieron a pelear a nombre de su padre el Inca. La historia oficial omite las acciones heroicas de José Carlos Chillihuanca, Miguel Uzcanoa Champi, Miguel Cajayanni, Romualdo Cuyabamba, Francisco Mayta, Manuel Chuquiarque y de José Ignacio Ninavilca, curaca de Huarochirí.

También el caso de Esteban Catacora, cacique de Ilave y comandante de guerrillas en diciembre de 1824, teniendo el mando en Acora, Pomata, Tiquina y Desaguadero.

Resalta el caso del «Batallón Huánuco», cuya organización se encomendó a Francisco de Paula Otero. Comandante General de las Guerrillas de la Sierra que llegaba al millar de combatientes.

Otros casos son los de las guerrillas de Juan Evangelista Vivas en Yauyos, las de Quiroz, Orrantia, Vidal, Acuña, y muchos otros caudillos de guerrillas, desde antes de la llegada de San Martin, De modo que son muchos los héroes nativos de la independencia, incluyendo mestizos como el caso de la huamanguina María Parado de Bellido, hija de la nativa Jacinta Ccayo que, ni se le menciona en las fiestas patrias.

5. Aunque San Martín anunció la independencia del Perú “por la voluntad general de los pueblos”, no hubo tal hecho; lo cierto es que el acta de tal independencia no fue firmada por los líderes nativos sino por la nobleza colonialista. Firmaron esa acta, el Conde San Isidro, el Conde de la Vega del Ren, el Conde de Las Lagunas, el Marqués de Villafuerte, el Marqués de Monte Alegre, el Conde de Torreblanca, el Conde de Vista Florida, el Conde de San Juan de Lurigancho, el Marqués de Corpa y el Marqués de Casa Dávila.

Y también, por otros notables de la dominación colonial como: el sacerdote Xavier de Luna Pizarro, el aristócrata José de la Riva Agüero, Andrés Salazar, Manuel Agustín de la Torre, Tomás e Ignacio Ortiz de Cevallos, Antonio Boza, Hipólito Unanue, José y Miguel de la Puente, Manuel A. Colmenares, Luis A. Naranjo, Mateo de Pro, Lorenzo Zárate, Francisco Moreyra y Matute, Manuel y José Ferreyros, Francisco Xavier Mariátegui, José Antonio de Ugarte, Antonio de Bedoya, José Pezet, Pedro Olaechea, Manuel Tudela, José de la Torre, Agustín de Vivanco, Toribio de Alarco, Manuel Gallo, Carlos de Bedoya y otros, en mayor parte esclavistas y señores feudales.

El artículo fue escrito el 20 de julio de 2024

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