Por: Andrés Huayta
Arequipa.– En el auditorio de la Universidad Nacional de San Agustín, no solo se discutió sobre publicaciones académicas. Se encendió una llama. La voz de la reconocida periodista y editora chilena Claudia Lagos Lira rompió la rigidez de los papers y bibliotecas, para interpelar a una audiencia compuesta por estudiantes, docentes e investigadores: “Publicar no es acumular puntos. Es transformar la sociedad”.
Durante su ponencia en el marco del Seminario Internacional sobre Comunicación e Innovación, Lagos —directora de la revista Comunicación y Medios de la Universidad de Chile— expuso con lucidez y vehemencia los dilemas éticos y estructurales que atraviesan el mundo de las publicaciones académicas, particularmente en América Latina.
El conocimiento no es un privilegio
Uno de los pilares de su intervención fue la defensa de la ciencia abierta, un modelo de acceso libre al conocimiento, donde las publicaciones no son rehenes de grandes editoriales ni objetos de transacción económica. “El conocimiento financiado con fondos públicos debe estar al servicio de toda la sociedad, no de unos pocos”, sentenció.
Frente a la lógica de mercado que impera en revistas del norte global —donde publicar cuesta miles de dólares y acceder también—, Lagos reivindicó el papel de las universidades públicas latinoamericanas como trincheras de resistencia científica y editorial.
De la élite a la calle: democratizar la escritura
Pero Lagos no solo habló de estructuras, sino de formas. Cuestionó el hermetismo del lenguaje académico que, lejos de acercar el conocimiento, lo convierte en un objeto ininteligible para la ciudadanía. “Si nadie te entiende, ¿a quién le sirve tu investigación?”, pareció decir con cada ejemplo.
En ese mismo sentido, docentes asistentes al evento compartieron preocupaciones similares: la excesiva burocracia, la tecnificación del discurso y el ritualismo editorial que muchas veces sofocan la motivación de publicar. Lagos no los contradijo. Al contrario, reconoció las fallas del sistema e incluso denunció sus consecuencias más graves: fraude científico, artículos retractados, y una presión tóxica por publicar “a toda costa”.
Investigar también es imaginar
A pesar de la crítica, Lagos también defendió la diversidad epistemológica. Subrayó que no toda investigación tiene que resolver un problema inmediato o tener impacto medible. La teoría, el arte, la filosofía —dijo— también enriquecen la cultura y abren caminos de comprensión. En tiempos de inmediatez, reivindicar lo intangible es casi un acto de rebeldía.
Escribir con propósito, reescribir con humildad
La ponente cerró con un mensaje claro y profundamente humano: escribir es dialogar, y todo buen diálogo requiere humildad. “Escriban con propósito. Piensen en quién los va a leer. Escuchen las críticas. Reescriban. Siempre se puede mejorar”, aconsejó a los estudiantes, con el tono de quien habla desde la experiencia y no desde el púlpito.
Un llamado a los periodistas del mañana
Más allá de las citas académicas y los formatos de publicación, lo que dejó Claudia Lagos en Arequipa fue una urgencia: recuperar el sentido del periodismo y la investigación como herramientas de transformación social. En un mundo saturado de información, hacen falta voces críticas, rigurosas y éticas. Y en esa tarea, los comunicadores jóvenes no son espectadores: son protagonistas.
El conocimiento sin compromiso es archivo. El periodismo sin propósito es ruido. Y la publicación sin sentido es papel muerto. Claudia Lagos no trajo recetas. Trajo una brújula.