Por: Maria T.
En la madrugada del 3 de noviembre, las Fuerzas Armadas de Ucrania lanzaron una nueva oleada de ataques contra instalaciones estratégicas en territorio ruso y en zonas ocupadas de Lugansk. Los bombardeos alcanzaron refinerías y depósitos de suministros, en una ofensiva que busca debilitar la capacidad logística y energética del ejército ruso.
Uno de los objetivos principales fue la refinería de petróleo de Saratov, donde un incendio afectó parte del complejo de refinación. También fueron destruidos depósitos de combustible en Rozkishne y Dovzhansk, según informó el Estado Mayor ucraniano.
Los ataques se suman al registrado la noche del 1 de noviembre contra la refinería RN-Tuapse, en la región rusa de Krasnodar, donde un incendio dañó la terminal portuaria en el Mar Negro. Según el portavoz de la Marina ucraniana, Dmytro Pletenchuk, los ataques tendrán “consecuencias a largo plazo” para la logística rusa y podrían desalentar el tráfico marítimo hacia esa zona.
Kiev aseguró que continuará golpeando objetivos energéticos rusos para “reducir el potencial militar y económico” del Kremlin. Moscú, por su parte, confirmó daños materiales pero no reportó víctimas.


